TENDREMOS QUE PONERNOS EN CONTACTO CON LA ABUELA, NO SABE QUE LA ASOCIACIÓN ES DE ÁMBITO NACIONAL

REPORTAJE.
La fuerza de los nietos
Una ovetense impulsa una asociación de abuelos separados de sus descendientes.

11/01/2010 NACHO G. PANDAVENES



María Albertina Fernández quiere crear la asociación de abuelos separados.





María Albertina Fernández es una abuela de Oviedo cuyo yerno le impide ver a sus nietos pese a que, según explica, tres sentencias le dan la razón y establecen la obligatoriedad de que los niños la visiten un fin de semana al mes y una semana por vacaciones. La cuestión es que la situación es más habitual de lo que parece y el caso de María no es ni único, ni poco común.

"Se que hay más gente como yo, que nos hemos quedado solos en el mundo. Mi idea era reunirnos, hacer una asociación de abuelos separados de sus nietos como hay en Madrid, porque así podemos hacer más fuerza en muchas cosas", explica. María está segura de que "como me pasa a mí, la mayoría de la gente no te entiende y, con solo tener alguien con quien hablar de estas cosas, nos sentiríamos muy reconfortados. Aunque solo sea para eso, la asociación ya valdría mucho".

Por el momento, ella contacta con otras personas en su misma situación a través de internet y se cuentan sus respectivas luchas por ver a sus nietos, se aconsejan y se apoyan.

Su caso es "como el de muchas en mi misma situación", explica. Su hija se murió y su yerno se llevó a sus nietos a un pueblo del occidente asturiano. Hace cuatro años que esta mujer lucha por ver a los niños ante la oposición del padre. "Dijo por todo el pueblo, incluso a los niños, que yo estaba loca, que era un peligro para mis nietos y que tenía una orden de alejamiento. Hasta advirtió a una gente que me iba a alquilar un piso de que si lo hacían iban a tener problemas", explica. Eso impidió que encontrara un alojamiento permanente, por lo que cuando va al pueblo se queda en un hotel.

Esta mujer tiene claro que no quiere jaleos. "Hago un viaje de cuatro horas de ida en autobús, me quedo dos noches en el hotel para verlos desde una ventana y luego hago otras cuatro horas de vuelta". Lo único con lo que ahora sueña María Fernández es con "poder hablar con alguien que me entienda". Quizás la asociación de abuelos separados sea la solución.